Creo en el amor como la fuerza que lo sostiene todo. Nada de lo que vale la pena en la vida nace del miedo ni de la indiferencia. El amor es el principio y también el destino.
Creo en la impermanencia: nada dura para siempre, y por eso todo es valioso. Cada momento es frágil y único. La fotografía es mi forma de recordarme que lo que desaparece también permanece en nosotros.
Creo en decir adiós y seguir amando. Porque el amor verdadero no se extingue con la distancia ni con la pérdida. Vive en la memoria, en la gratitud y en la forma en que seguimos caminando.
Creo en el amor incondicional hacia los hijos. Un amor que no pide nada, que está siempre, incluso cuando no sabemos expresarlo bien.
Creo que la máxima riqueza es un café compartido con amigos. La vida no está hecha de grandes conquistas, sino de pequeños rituales compartidos. El café, la tertulia, la risa: ahí se esconde la abundancia real.
Creo en la familia como raíz y refugio. Podemos equivocarnos mil veces, discutir o alejarnos… pero siempre volvemos a ese lugar donde somos reconocidos y aceptados.
Creo en la necesidad de la tristeza para valorar la alegría. La tristeza no es enemiga, es maestra. Nos recuerda que estamos vivos, que sentimos, y que la luz solo se entiende cuando has estado en la sombra.
Creo en el gozo simple de reír hasta que duela la barriga. La risa auténtica es una forma de eternidad. Cuando reímos de verdad, el tiempo se detiene y solo existe ese instante de libertad.
Creo en la gratitud como forma de mirar la vida. No se trata de tener más, sino de aprender a mirar lo que ya tenemos con ojos nuevos.
Creo que lo extraordinario está escondido en lo cotidiano. En un gesto, en una arruga, en una mirada perdida. La fotografía no inventa nada: revela lo extraordinario que siempre estuvo ahí.
Creo en la belleza de lo genuino, aunque no sea perfecto. La perfección es fría y distante. La belleza real está en lo humano: en las arrugas, en las cicatrices, en la autenticidad de ser.
Creo en la vulnerabilidad como la puerta a la verdadera fuerza. Solo cuando nos dejamos ver tal cual somos, sin máscaras, descubrimos la profundidad de nuestra humanidad.
Creo que crear es un acto de amor hacia la vida. Cada imagen, cada palabra, cada gesto creativo es una forma de decir: “Estoy aquí, vivo, y quiero dejar algo que trascienda.”